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Amanecer de verano. Una joven donostiarra dirige sus pasos al Peine del Viento. Recuerda al viejo escultor Eduardo Chillida, que desde niño frecuentaba este lugar. Hoy sus tres esculturas enraizadas en las rocas, en diálogo permanente con el mar y el viento, han llegado a ser una seña de identidad de su ciudad y de toda la costa vasca. Al alba, la joven Jone se pregunta por el escultor y se promete a sí misma ir en su busca.